Quantcast
Channel: Vallisoletvm
Viewing all 121 articles
Browse latest View live

El castillo de Trigueros del Valle

$
0
0


Iniciadas las obras durante el siglo XIV, no sería hasta mediados de la decimoquinta centuria cuando el castillo de Trigueros del Valle adquiriese su actual morfología, atribuyéndose el mandato de su construcción a los Señores de Valdetrigueros Don Gutierre de Robres y su esposa María de Guevara, cuyos escudos de armas junto a la fecha de 1453, presiden en un blasón la entrada principal al castillo.
En 1521 dentro del contexto de la Guerra de las Comunidades, la población de Trigueros, descontenta con los señores, pidieron amparo al Rey y tomaron al asalto la fortaleza, sufriendo ésta considerables daños que serían reparados y, en previsión de nuevos episodios similares, fue dotado de un segundo recinto externo fortificado.
Así pues, en la actualidad, el castillo de Trigueros presenta un cinturón defensivo externo de planta rectangular de unos 70 x 50 metros rematado en sus cuatro ángulos por otras tantas torres cilíndricas de muy buena cantería y coronadas en su parte superior por boceles dobles y pequeñas aberturas a modo de troneras.


El castillo propiamente dicho, también de plata rectangular de unos 56 x 60 metros repite el esquema de torres angulares, aunque en este caso no de planta cilíndrica sino cuadrangulares y de una altura que apenas sobrepasa la de los lienzos murales. De estas cuatro torres esquineras, solo una de ellas, concretamente la del ángulo suroriental, pareció ser concebida para ser habitable.
La torre del homenaje, parcialmente desmochada, se yergue en el centro del muro norte, presentando hasta el año 2003 en que fue objeto de obras de consolidación un alarmante riesgo de desplome.
Una sexta torre no tan elevada en este caso se alza también en el centro del lienzo oeste, sirviendo de acceso principal al castillo y cuya entrada queda presidida por los mencionados blasones nobiliarios de sus señores Don Gutierre de Robres y Doña María de Guevara, enterrados ambos en una capilla funeraria de la iglesia de San Miguel Arcángel de la propia población.
En origen, este acceso principal a la fortificación contaba como principal recurso defensivo el hecho de que, para rebasarla y acceder al patio de armas, había que superar nada menos que tres portones de madera, de modo que desde su parte superior y a través de diferentes troneras, podía hostigarse al hipotético asaltante mediante piedras, flechas o incluso vertiendo aceite hirviendo.
En el centro del patio de armas se dispone el aljibe, siendo en origen accesibles desde el mismo las diferentes estancias del castillo; tanto residenciales (habitaciones, salas noble) como de servicio (almacenes, caballerizas, etcétera). Llama la atención en el castillo de Trigueros la existencia de varias estancias subterráneas abovedadas.
En definitiva, el castillo de Trigueros del Valle responde al típico modelo de fortificación señorial castellana bajomedieval. Pese a las reformas de emergencia acometidas en el año 2003, su actual estado de conservación es bastante precario, siendo merecedor por su relevancia histórica y artística de una pronta restauración.

Fuente: http://www.arteguias.com/valladolid/triguerosdelvalle.htm

La calle La Lira

$
0
0


Se desconoce cuando y porqué se fijó el nombre de esta calle, pero si puede deducirse la época en la que se abrió la misma probáblemente en 1595.
La calle se abría entre San Martín y Santa Clara y estaría frente a las Casas del infante Don Juan de Granada. A esta calle se la puso o quiso ponérsele nombre oficial en sesión del Ayuntamiento de 10 de Abril de 1863, diciendo: "La travesía desde la calle de S. Martín a la de la Torrecilla se llamará  calle...", pero se dejó el nombre en blanco en el libro de actas ¿Sería, por tanto, el de la Lira?






Fuente: Las Calles de Valladolid. Juan Agapito y Revilla

Las desaparecidas "Bodegas Caballero"

$
0
0


Hubo desde 1950 una bodega en la calle San Martín nº 8, que antes había ocupado durante tres años un local en la vecina calle La Lira. Me refiero a "Bodegas Caballero", de Román Caballero, productor de Cigales que se vino a la capital aun a sabiendas de que iba a costarle abrirse camino en un marcado amplio pero ya muy saturado.
Repartía a domicilio y vendía a granel en el establecimiento que estaba a un costado de la iglesia de San Martín, esquina con la calle Los Moros. "Caballero" estaba registrado como bodega, pero la fuerza de la costumbre la convertía en taberna porque los parroquianos hacían allí tertulia y de paso se metían entre pecho y espalda unos cuantos campanillos de aquel clarete fresco y espumoso que Román eleboraba en su lagar de Cigales.


El local era amplio, con vivienda en la parte superior y una bodega en el sótano donde Román Cabellero llenaba sus garrafones para repartirlos valiéndose de una bicicleta en la que llegó a cargar hasta cuatro en un ejercicio de habilidad circense muy celebrado por los chicos del barrio. Después compró un remolque, más tarde un Issocarro y por último un 2CV, más adecuado para la demanda creciente de su vino.

El edificio en la actualidad

Vendió mucho y trabajó más, así que un día cerró su bodega y alquiló el local que ha dado para dos bares, en uno venden huevos del fraile y en otro palomitas a una clientela renovada que ignora lo que antes hubo allí porque el vertiginoso paso del tiempo acaba devorando la memoria.

Fuente: Historia de 100 tabernas vallisoletanas (José Miguel Ortega Bariego)



Restaurante La Goya. Matriarcado en Biarritz

$
0
0


Su historia comienza en 1902, cuando Gregoria Rodriguez (Goya) compra la finca de labranza Biarritz, "que va de puente a puente". "Esto era un merendero. El comedor -indica su hija Matilde, era una caballeriza; el bar, en el mismo sitio que el actual, lo regentaba Goya y por las mañana ponía vinos para los que iban y venían de la Fábrica Nacional de Armas, de las fincas de Palero, de Calero... y por las tardes; aquí había unos bancos de piedra -indica señalando hacia la pared del comedor- y se jugaba a la rana, se ponía tortillas, ensaladas...". Aún conservan en el patio dos juegos de ranas. Goya no estaba sola. Con ella trabajaban su hermano Nicolás y su cuñada Matilde Molina, padres de las hermanas que siguen al frente del negocio. 

En esta fotografía de principios de los 70 podemos ver a la izquierda de la imagen parte del restaurante.

La guerra del 36 también interrumpió la vida del merendero. "Los italianos lo confiscaron -la caballeriza- y lo utilizaron para recauchutar ruedas, aunque el bar siguió funcionando" indica Matilde.
La familia lo recuperó tras el conflicto, sin embargo nada volvería a ser lo mismo. Poco después falleció Gregoria y Nicolás y Matilde continuaron con el merendero.
Las caballerizas, que años antes ya se habían transformado en comedor, vivieron una tercera vida. Allí se comenzaron a servir bodas y comidas de postín. 


De izq. a der. Aurora Rodriguez Molina, Roberto Álvarez, Matilde Barrientos y María Luisa y Pilar Rodriguez Molina (Photogenic/ M.A.SANTOS)

El paso del tiempo se ha dejado sentir en la finca. El patio, donde estaban los bancos de piedra bajo un emparrado, se transformó a mediados de los 70 en un comedor de verano cuyo espacio central está marcado por el brocal de un pozo rodeado de la más variada vegetación. En el interior, además del comedor principal, con chimenea en invierno y siempre vistas al río, hay otro más pequeño, de 22 plazas.
Lo que no ha variado es la cocina. Las recetas. "Son las de mi madre", señala Pilar mientras alimentala cocina de carbón. "Antes había dos bilbaínas pero se quedaron pequeñas y ésta la hizo hace más de 60 años el mejor fumista de Valladolid, Balbino de Diego.
Es una eterna cocina de mercado. Solo hay un problema: cierra el mes de agosto, la noche del domingo y todo el lunes. El resto de los días abre a la hora del café de media mañana.

Fuente: La Posada de El Mundo (Mar Torres)

La Casa del Reloj

$
0
0


En la actualidad en Valladolid no es el único edificio con esfera en su cima, pero hace años a este bloque le llamaban la casa del reloj porque era el único que lo tenía y no es para menos, las manecillas de este emblemático reloj comenzaron a moverse en el año 1953. A las doce del mediodía sonaba el ángelus, la gente se paraba y rezaba. Pero hace mucho tiempo que el ángelus que un día hizo las delicias de los vallisoletanos con sus notas, puso fin a su musicalidad matinal por las molestias que causaba a los vecinos.



Parece que poco a poco las energías del reloj se fueron agotando, hasta hace unos años, nadie sabe concretar exactamente cuántos, el reloj se paró y se despidió del frenético ritmo de la ciudad. «Hace lustros que no funcionaba. Al edificio le faltaba vida. 
Con mucho empeño y cariño en 2014 se reparó y se consiguió que volviese a funcionar y sus manecillas volviesen a retratar el tiempo. Se mordernizó reparándolo y actualizándolo para disfrute de todos y ahora, a partir de las 22:30 el reloj se ilumina con luces de ‘led’ para que no pase desapercibido a nadie. Un total de cuatro meses de esfuerzo y perfección para que este histórico reloj que un día marcó el ritmo de la ciudad volviese a contar el tiempo.




Los disparos de la fachada del Ayuntamiento de Valladolid

$
0
0


Las labores de adecentamiento que se llevaron a cabo en 2008 con motivo del primer centenario de la construcción de edificio del Ayuntamiento de Valladolid sacaron a la luz los disparos que un grupo de falangistas hicieron contra la ventana del despacho del alcalde (por aquel entonces Antonio García Quintana) durante el levantamiento militar de 1936 que dio origen a la Guerra Civil. El propio alcalde, el último socialista que tuvo en sus manos el bastón de mando municipal hasta la restauración de la democracia, dio la orden de evacuar el edificio por las puertas traseras después de que los sublevados «acribillaran a balazos la fachada desde la Plaza Mayor», según relata Julio del Olmo, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), quien desvela que la fachada de la Casa Consistorial aún luce 53 desconocidos impactos de bala concentrados, sobre todo, en torno a la ventana del aún despacho del alcalde –situado en la primera planta del lateral derecho–. Los ladrillos desconchados y los agujeritos en la piedra sobreviven al paso de los años como testigos mudos de la simbólica caída del último vestigio republicano al día siguiente del alzamiento nacional.

Fachada del Ayuntamiento engalanada con motivo del centenario de su construcción

Los agujeros que produjo una ráfaga de ametralladora llevaban allí y estaban perfectamente localizados pero la suciedad acumulada se había encargado de camuflarlos durante años hasta que esta última limpieza los ha vuelto a dejar perfectamente visibles en el ventanal de la primera planta situado más a la derecha según se mira de frente a la casa consistorial.

"Al verlos, los técnicos preguntaron si se tapaban o los manteníamos y decidimos dejarlo como constancia de lo sucedido", explicó el consejero delegado de Presidencia, Fernando Rubio, de quien dependían las obras de recuperación del Ayuntamiento con motivo del centenario.

No es el único disparo que hay en el Ayuntamiento ya que uno de los cuadros de la Sala de Comisiones alberga en su marco una bala que también se ha decidido mantener. Otros vestigios de la Guerra Civil es una placa del General Mola que queda oculta en el despacho del alcalde y que nadie en Democracia se ha replanteado su retirada.


Fuentes:

Desafiando a las alturas en el Valladolid de los 60

$
0
0


Charles Ebbets es el autor de la fotografía superior tomada en los años 30 durante las construcción del Rockefeller Center de Nueva York. Se puede observar cómo los obreros toman un descanso sentados en una viga de acero a más de  200 metros sobre el nivel del suelo. El título original de la fotografía es Lunch a top a skyscraper (Almuerzo en la cima de un rascacielos). Es una de las fotografías más vendidas del mundo. Fue tomada en Nueva York el 29 de septiembre de 1932, y la publicó el New York Herald Tribune en el suplemento dominical del 2 de octubre del mismo año.
Valladolid no es Nueva York, de eso no cabe duda y el edificio más alto de la ciudad no le llega a la suela de los zapatos al más vulgar de los rascacielos neoyorkinos, pero estos obreros que aquí aparecen demuestran que también tenían el valor y la pericia de los "Mohawks" (ciudadanos de la reserva de Kahnawake en Montreal, Canadá, mejor conocidos como los caminantes de hierro debido a su común participación en proyectos de gran altura).



La imágenes me las ha cedido amablemente Rodrigo Rojo Herrera. Uno de los trabajadores es su padre Elías Rojo.  Trabajaba en Talleres Ergio, año 1963 /1964. Construían las estructuras metálicas de los edificios. Entonces no eran de hormigón como ahora. Este edificio fue uno de los primeros con estructura de hierro en Valladolid. Elías era soldador. En las fotos están construyendo la estructura del edificio situado en la esquina Teresa Gil con Regalado enfrente de la antigua tienda "Casa del Plástico". Cree recordar que eran siete plantas mas los dos sótanos. Ahora en el sótano esta Calzados Regalado. La estructura metálica de dicho edificio se tardó en construir dos años. Los soldadores y montadores sacaban dos plantas a los albañiles, estos iban haciendo la estructura mientras ellos ponían las bovedillas e iban haciendo el enfoscado de cada planta.


En la foto en que se ve el Sagrado Corazón están en la cuarta o quinta planta los albañiles, montadores y soldadores. Elías se acuerda de sus compañeros. En la viga, de pie, en la foto que están los cinco, dos soldadores de izquierda a derecha, Elías Rojo, Elias Alvarez y los montadores Antonio Alvarez, encargado, Andrés García y Ricardo del cual no recuerda el apellido. En la que están los cuatro no está Antonio.
En las fotos de las vigas creemos que se ve la Iglesia de las Angustias y al fondo la torre de la Iglesia de San Martín.


Superando la temeridad, son el recordatorio de tiempos pasados, que desde luego no fueron mejores.

Castillo de Mucientes

$
0
0
 


En el año 1326, Alfonso XI de Castilla entrega el lugar de Mucientes "con su castiello" a su mayordomo mayor Alvar Núñez Osorio. El documento es la primera mención escrita de lo que fue un edificio modesto, utilizado hasta el siglo XVII como palacio residencial por los sucesivos condes de Ribadavia, señores de Mucientes.



En sus, al menos, 400 años de existencia, la fortaleza fue testigo de visitas reales, de confinamientos, de asaltos… Pero, sin duda, su momento de mayor esplendor lo alcanza cuando es utilizado como Palacio Real –y por tanto capital de los reinos de Castilla– durante la primera semana de julio de 1506. En aquellos días de ambiciones e intrigas, Felipe I de Castilla 'el Hermoso' intentó –sin éxito– que los procuradores castellanos inhabilitaran para las labores de gobierno a Juana I de Castilla 'la Loca'. Cuentan las Crónicas que "doña Juana estaba sola, en una sala oscura, sentada en una ventana, vestida de negro y unos capirotes puestos en la cabeza que le cubrían el rostro".



Durante la guerra de las Comunidades de Castilla, las tropas de la Junta, al mando de Padilla, conquistan Mucientes el 5 de febrero de 1521 y ponen a Juan de Mendoza al frente de la defensa del castillo. Aunque la Junta de Valladolid ordenó el "derrueque" de la fortaleza, esta orden no llega a ejecutarse.



En 1751, el Catastro de Ensenada aporta las medidas de la fortaleza: 60 varas de frente por 220 varas de fondo [50 x 185 metros], describiéndolo ya como "un castillo arruinado, con diferentes trozos de muralla en su circunferencia". En 1823 se autoriza a sacar piedra de dos paredes para "obras de utilidad común". Un siglo después, en 1932, siguen arrancándose sillares "para las obras de los lavaderos de la fuente nueva". El fin estaba próximo: diez años después, la 'cantera' se había agotado.





En 2006, con motivo de las celebraciones del V Centenario de aquellas Cortes de Mucientes, el Ayuntamiento protege en su planeamiento urbanístico el altozano, el foso y sus alrededores para que, en unos años, se convierta en un gran parque público con los restos recuperados del castillo como eje central.



La excavación arqueológica comenzó en el mes de octubre de 2006. Seis meses después ya habían sido descubierto los arranques de los muros de las caras norte y este, además de buena parte del pavimento original del patio de armas y de la torre del homenaje, capiteles y tambores de columnas, el aljibe, etc.

Fuente texto : Wikipedia

Juguetería Mentaberry. Noventa años vendiendo ilusión

$
0
0

En la calle Ferrari, se ubica Mentaberry, la juguetería que a finales de los años 30 del pasado siglo nació de la mano de Enrique Mentaberry. Hoy su nieto, Juan José Viloria, es quien regenta este negocio familiar que trata de conservar el espíritu de los grandes bazares. Los juegos de mesa y otros aparatos electrónicos comparten escaparate donde antes lo hacían vehículos de hojalata, peonzas... «Antes los juguetes “estrella” eran los muñecos y caballitos de cartón. Con la televisión todo ha cambiado. Triunfa lo que sale en las series», comenta el actual propietario.
Juanjo recuerda cómo la llegada de las grandes superficies revolucionó el negocio, que se vio abocado a buscar otros productos que lo diferenciasen de la competencia. «Hemos tendido hacia el juguete más tradicional, aquél que el padre quiere casi más que el hijo». Hoy a Mentaberry acuden a comprar los hijos y nietos de sus primeros clientes. «Es gente a la que no le gustan las aglomeraciones y prefieren un trato más personal». Dice Juanjo que en estos últimos setenta años no ha cambiado el perfil del consumidor «niño», que mantiene la misma ilusión, pero sí de los mayores. «Antes se buscaban cosas más curiosas y ahora se tiende a lo práctico: ropa y poco más».


Foto: F. HERAS (ABC)
Juan José Viloria, frente a la juguetería Mentaberry que regenta

"El Escudo de España", souvenires en el recuerdo.

$
0
0
El Escudo de España en una fotografía de mediados de los años 60

Su historia es la historia de tres generaciones que se remonta al 14 de marzo de 1914, cuando un emprendedor industrial vallisoletano, Julián de la Fuente Turienzo, que tenía una tienda en la calle Santiago dedicada a mercería y camisa a medida, adquiere un local en el número 12 de la Acera de San Francisco (hoy calle Ferrari) y lo bautiza con el nombre de ‘El Escudo de Bilbao’, debido al gran número de universitarios de Bilbao que entonces estudiaban en Valladolid, pero por motivos políticos durante la guerra le taparon la fachada para evitar lios y le cambiaron el nombre por el de "El Escudo de España".

Foto: J.M. Lostau para El Mundo Castilla y León

Alfonso de la Fuente de Barrio, nieto del fundador, fue el único de los tres hermanos -el más pequeño- que continuó al frente del negocio hasta su cierre en 2008. Los otros dos hermanos, Julián y Conchita, también estuvieron ligados al mismo hasta que se jubilaron, aunque no de una manera tan directa como Alfonso.
Los tres conformaban la tercera generación de una "familia de comerciantes de toda la vida", explica Alfonso, ya que tras el fallecimiento del fundador, siguió con el negocio su hijo y padre de los tres hermanos: Eugenio de la Fuente Álvarez, fallecido en 1973.

Alfonso de la Fuente posa tras el mostrador en el que trabajó durante medio siglo.
Foto: EL DÍA DE VALLADOLID

Eugenio, que en su juventud fue jugador de fútbol y llegó a militar en las filas del C.D. Español de Valladolid, fue uno de los fundadores en el año 1928, junto con el Real Unión, del Real Valladolid Deportivo (Real por Unión y Deportivo por el Español). Su gran conocimiento del mundo deportivo fue también decisivo para la incorporación al negocio de artículos relacionados con esta parcela como escudos, insignias, bufandas, banderines... llegando a suministrar balones, camisetas o botas a los equipos pioneros de fútbol local.
"Quién nos iba a decir, recuerda Julián, que todos estos artículos despertarían, sesenta años después, en 1982 -el año de la celebración del Mundial de Fútbol en España- el interés de los integrantes de las selecciones de Kuwait y Francia y de sus aficionados. Incluso a la televisión francesa le debieron resultar tan peculiares los artículos que emitieron un reportaje sobre la tienda".

La verdadera transformación se produjo en los años 50. Botones, camisas y calcetines fueron relegados a un segundo plano. Su puesto fue ocupado paulatinamente por artículos de regalo y recuerdos destinados fundamentalmente al turismo extranjero como abanicos, toreros, sevillanas... lo que convirtió a ‘El Escudo de España’ en uno de los establecimientos de Valladolid pioneros en esta actividad.

Foto: El día de Valladolid

"El atractivo de todos estos artículos para el turismo extranjero es innegable, explica Alfonso, pero no podíamos ni queríamos dejar de lado ‘lo nuestro’. Por eso fuimos incorporando productos propios y totalmente identificativos de Valladolid como la alfarería de Portillo, muñecas con el traje típico de Valladolid, cerámicas, camisetas con estampaciones de los principales edificios de la ciudad...".
Un día una norteamericana vio en la tienda una bandera con el toro y me dijo literalmente: "Quiero esta misma bandera pero con los cojones más grandes".
‘El Escudo de España’ uno de los pocos reductos de comercio tradicional cerró sus puertas el 1 de abril de 2008, Alfonso dijo entonces que, como ocurre en la mayoría de negocios familiares, la cuarta generación "opta por ejercer otras actividades al haber vivido muy de cerca los sacrificios que exigen estos pequeños negocios".

De los diez biznietos que integran la cuarta generación, ninguno sintió el ‘gusanillo’ de continuar con esta tradición centenaria. 
Pero Valladolid no se quedó sin tienda de souvenires. Pocos meses antes del cierre abrió en la Plaza del Ochavo un nuevo establecimiento regentado por Montse Corrales- "Alfonso nos animó mucho porque la ciudad necesita una tienda así", concluye ilusionada.


-Fuente: El Día de Valladolid

El desaparecido Cinema Sanz de Cigales

$
0
0

Por Raúl Benito González
A principios de los años 40 del siglo XX, llegó a Cigales un matrimonio procedente de Cataluña. Él era catalán, se llamaba José Ferrer, ella de Cigales y se llamaba Antonina, aunque todos la conocían como Nina-.
Venían con gran ilusión de construir un cine en Cigales, el pueblo de la Nina, porque según se comentaba entonces, este señor Ferrer llevaba varios cines en Barcelona y de ahí el gusanillo de querer construir un cine en Cigales.
Había que buscar un terreno adecuado y se eligió un lugar llamado Glorieta, un descampado en círculo que estaba rodeado de acacias y donde solían hacer parada las ovejas merinas que hacían trashumancia de Extremadura a Soria y viceversa. De modo que allí comenzaron las obras con un resultado muy positivo.
El cine se empezó en el año 1944 y se inauguró en 1946, el 1 de noviembre, con la obra de teatro Don Juan Tenorio, representada por la compañía de Ángel Velasco. El 25 de diciembre se estrenó con la película Sin novedad en el Alcázar y un documental. De esta forma nació el CINEMA FERRER. Fueron unos años muy bonitos y de esplendor para Cigales.


Ya con el cine en su apogeo, teníamos el rito de los domingos a la salida de misa mayor, acercarnos la mayoría a ver la cartelera de la película que pondrían por la tarde -había una sesión de tarde y otra de noche- y además nos gustaba llegar a su hora para no perdernos el NO-DO, y también el reportaje que ponían de la película que pasarían al domingo siguiente.
Pasó un tiempo de explotación del cine por el señor Ferrer, pero bien por motivos de salud, por los años, o por lo que fuera, el caso es que un día decició venderlo. Ferrer dejó el cine al último día de 1947.
El 1 de enero de 1948 se hizo cargo del cine Heraclio Sanz, un labrador del pueblo de Cigales, y entonces se cambió de nombre. Pasó a llamarse CINEMA SANZ. 
Pero por los años 60 empezaron a llegar las televisiones y entonces ya no hacía falta ir al cine, porque le tenías en casa a diario. De ahí el fracaso de los cines, no sólo en Cigales, sino en todos los pueblos.
Con tal decadencia de público el cine se cerró. Estuvo unos años así, hasta que la fiebre de la construcción, o del ladrillo se lo engulló. Así que el terreno lo adquirió una constructora, lo derribó y el resultado, es un bloque de casas, que al menos se sigue conociendo como el edificio del cine. Y he  aquí el significado de ello. Y Cigales se va haciendo más grande y cada vez más y más... grande.

Fuente: CIGALES, HISTORIA VIVA: EN ESTA VILLA CONTAMOS TODOS (RAÚL BENITO GONZÁLEZ) , 2007
ISBN: 9788478522590

El desaparecido Cinema Omy de Rioseco

$
0
0


Uno de los empresarios mas emblemáticos en la tierra de Campos fue Osmundo Margareto. Su primera incursión en el mundo del cine fue en el año 1939, cuando adquirió la subasta municipal para la utilización del Teatro Principal.
A partir de estos momentos liderara el mercado comarcal de explotación cinematográfica, al abrir otras dos salas en Rioseco y también en otros pueblos de la comarca.
La modernización del Teatro Principal y la búsqueda de superproducciones cinematográficas y teatrales inician los años dorados del cine.
En 1950 pone las siglas de su nombre a la nueva sala que edifica en el antiguo Salón Ideal. Nacía así el cine Omy hasta su cierre en 1986.


Las instalaciones fueron de las mas modernas para la época, llegando a tener, incluso, generador eléctrico para subsanar eventuales perdidas de luz.
La capacidad superaba las trescientas cincuenta personas en butacas, principal y general. La película ¨ Las zapatillas rojas ¨ inauguro el establecimiento.
El inmueble actualmente se encuentra en estado de ruina, esperando una improbable rehabilitación, lo que le condenará casi con toda seguridad a su desaparición.


Mercería Casa Virto

$
0
0


Casa Virto fué fundada en 1898 por Don Miguel Virto. Situada inicialmente en la calle Duque de la Victoria 21 de Valladolid, posteriormente a mediados del siglo XX, se traslado a la calle Teresa Gil, donde permanece en la actualidad.
Casa Virto es un negocio tradicional que perdura con el paso de los años debido principalmente a la gran cantidad y variedad de artículos relacionados con la mercería de los que dispone.
Como fruto de la larga experiencia en este sector, en el año 1976 se fundó Virto Industrial S.L. para atender a la creciente demanda de servicios a los clientes industriales de la confección.


Las primeras emisiones de televisión en Valladolid

$
0
0
Radio Valdeprado instaló en su escaparate un receptor donde los atónitos vallisoletanos pudieron disfrutar de las primeras emisiones de televisión

La hacedora del milagro fechado el 19 de julio de 1959, una emisora provisional de 50 watios instalada en la sierra de Navacerrada.
«La TV ha llegado a Valladolid», recordaba el extinto Diario Regional, que (y como si de un serial de suspense se tratara) venía informando de los pasos tecnológicos que posibilitarían la irrupción de las aventuras de Cisco Kid y el Agente X o las propuestas musicales de Hoy es fiesta y Alta Fidelidad en los salones de algunos privilegiados y en las vidas de quienes frecuentaban El Café del Norte, el Salón Ideal y el Ideal Nacional, los tres establecimientos de la ciudad que estrenaron "contertulio". «Estos días hemos visto cómo la charla bajaba de tono cuando la acción de la pantalla tenía más interés y había quien se olvidaba de su café, ya frío, pendientes de las predicciones meteorológicas de don Mariano Medina», describía el reportero Rafael González en la edición del 8 de agosto de 1959, en la que se publicaba una curiosa foto tomada en el antiguo café Ideal Nacional. En ella, un técnico «montando guardia junto al receptor», subido a una escalera para vigilar su correcto funcionamiento. Escenas de las que fue protagonista el fundador de la empresa de telecomunicaciones Reantel y padre de quien habla, Josué Santiago. «Las primeras instalaciones fueron en bares y teleclubes de pueblo. Era muy poquita la gente que compró uno, sobre todo del entorno de la Acera de Recoletos y la Plaza Mayor, porque los televisores salían carísimos». De 16.500 a 32.000 pesetas, el salario de seis meses a un año del español medio.


Y así, a cuenta gotas, los pedidos a Marconi, Telefunken y General Eléctrica Española fueron llegando al almacén de Ruano, principal abastecedor de los vecinos de Las Delicias, Pajarillos o Vadillos-San Juan. «Teníamos las justas», recuerda Eladio Miguel, gerente del comercio fundado en la calle Labradores en 1954, «y el 99% se adquiría a plazos, con letras a pagar de 12 a 18 meses». Aparatos de 20 pulgadas «y mucho fondo» como el que, poco tiempo después, entraría en el piso de la calle de la Pólvora del que Bernardina Vallés hizo un hogar. Eso sí, pagado «al contado» con los ahorros de años.
«Nunca se me olvidará la primera vez que la vi. Si prácticamente no había pisado ni Segovia cuando vinimos a vivir a Valladolid desde Navas de Oro...», y Vallés deja en suspenso la frase para recuperar las sensaciones de la joven madre que contemplara absorta los fastos que rodearon la boda de Balduino de Bélgica y Fabiola de Mora y Aragón en diciembre de 1960. El escaparate escogido en aquella ocasión por un tumulto de curiosos, «el de un comercio que había frente al salón de helados Ideal. Uno de los primeros de la ciudad en el que podías encontrar de todo». Estampas públicas que pronto dejaron paso a las reuniones de salón como las que congregaban cada viernes a los vecinos de esta segoviana, «éramos los únicos que teníamos televisor», con la interminable huida de El fugitivo como excusa. «La televisión se extendió enseguida, casi diría que más rápido que la radio porque en España ya se andaba mejor de manteca», apunta el septuagenario Eliodoro García mientras chasquea los dedos de su mano derecha e incide en que los más mayores «tardaron tiempo en comprender» cómo funcionaba aquel artilugio que popularizó «la voz del cordobés Matías Prats». El tenis de santana. En casa de Mª Carmen Gonzalo, hija del vigilante jurado de la fábrica textil de la calle Titán, el doctor Kimble cedió protagonismo al nacional Manolo Santana y «sus pantaloncitos cortos». «Los jefes pasaban por casa a ver los partidos», aclara quien rescata de la parrilla de los 60 y 70 Un millón para el mejor, Cesta y puntos, Crónicas de un pueblo... Pero, sobre el resto de la programación, aquellos primeros boletines informativos (la emisión comenzaba a las 20.45 horas) leídos en directo y sin imágenes. Telediarios que hablaban de lo sucedido a cientos o miles de kilómetros y que contribuyeron a construir un mundo globalizado y modificar el pequeño horizonte pucelano.
«Los programas de radio nos mantuvieron embelesados de niños, pero la magia de la televisión era incuestionable», sentencia Eladio Miguel antes de invocar con nostalgia las tardes-noche de «bares de barrio y vino», de «sillas en la calle, de tertulia y juegos al sereno del verano» desbancadas por los encuentros frente a la (ahora más que nunca) caja tonta que ocupara un sitio privilegiado en la casa molinera de una tía. «Nos cambió y, poco a poco, acabó con la vida social»

El desaparecido Hostal Florido

$
0
0
 Foto AMVA

A escasos metros del Hotel Conde Ansúrez y un año después, se inauguró el Hostal Florido, un atractivo proyecto impulsado por Numeriano Riñón Martínez, cocinero de gran prestigio y largo recorrido profesional. Dado su tamaño y aunque su fachada era muy atractiva fue catalogado como hostal, habitaciones más pequeñas, no es obligatorio el ascensor ni el cuarto de baño en todas las habitaciones, ni tampoco comedor, si bien el Florido disponía de uno de bastante capacidad.
El hostal tenía 110 habitaciones y 50 cuartos de baño, distribuidos entre los cuatro pisos del edificio. 

Foto AMVA

Para captar clientes, se inventó un slogan que salía en muchos anuncios, Todo por Valladolid, que se traducia en precios realmente económicos. Comer o cenar, tanto en el hostal como en la piscina, costaba 25 pts, y en las fiestas de la parrilla, con baile incluido, 60 pts.
Los banquetes de boda y homenajes eran otra de las señas de identidad de este establecimiento, que ofrecía atractivos menús a precios razonables.
Numeriano Rincón siempre pensaba en expandirse, en ampliar sus horizontes profesionales, así que en 1963 se hizo cargo de la explotación del restaurante de la recientemente creada Feria de Muestras que, respondiendo a su dinámico caracter, amplió sucesivamente con el bar-grill Cristina y el restaurante espectáculo Rinumar.

Esta terraza acristalada, conocida como La Pajarera gozó
del favor del público durante los años en que estuvo abierta.
Era una copia de los bistrós parisinos
Foto: José Miguel Ortega

Tal vez demasiado, de modo que muy a pesar suyo se vio obligado a cerrar, en 1973, la que había sido la joya de la corona de su emporio, el hostal Florido, que fue derribado para convertirlo en un edificio de apartamentos, aunque la gente que conoció el hostal siempre le hará un huequecito en el bosque de su memoria.

Fuente: Cuatro siglos de hospedaje en Valladolid (José Miguel Ortega) ISBN:978-84-9001-506-3


1918, la gripe que sacudió Valladolid.

$
0
0


Arrancó hace 100 años, en primavera y se recrudeció en septiembre. En total, entre 50 y 100 millones de muertos en todo el mundo, un 2,5-5% de la población. El primer brote de gravedad se registró en marzo en Kansas, de donde pasó a Europa. Eran tiempos duros, los de una I Guerra Mundial que aún duraría unos meses más. La firma del armisticio de paz, en noviembre, coincidirá con el final de la epidemia.
Ésta pasó de Francia a España y, debido a que nuestro país informó sin cortapisas, libre como estaba, merced a su neutralidad, de las ataduras censoras de los países contendientes, llegó a calificarse como 'gripe española'.
Teorías hay que defienden el contagio de españoles y portugueses en el país vecino, a donde habían acudido como mano de obra necesaria ante los rigores de la contienda. En Valladolid arrancó, cuentan, en Medina del Campo, precisamente a raíz de un contagio con portugueses recién llegados del país galo.
Ya en primavera, informes coetáneos hablan de decenas de muertos. Mas lo duro, lo durísimo, comenzó a finales de septiembre de 1918. Porque si ya era alarmante contar a diario con un número fijo de siete a nueve fallecimientos a causa de la gripe, el día 26 saltaron las alarmas ciudadanas al tener noticia de que 24 horas antes, la epidemia se había cobrado 13 víctimas. No digamos ya cuando, setenta y dos horas después, esa cifra ascendía a 20.


El 27 de septiembre, la Junta provincial de Sanidad declaró oficialmente la epidemia en Valladolid. La prensa se hizo eco el 1 de octubre.
La Circular, inserta en el Boletín Oficial de la Provincia, venía acompañada de instrucciones claras para evitar el contagio: "Siendo un hecho de observación comprobado que el único preservativo de contagio de la gripe depende de la incomunicación de los sanos con los enfermos y mucho más con los convalecientes (…), como asimismo que las reuniones y aglomeraciones públicas son la principal causa de la propagación epidémica de dicha enfermedad, queda terminantemente prohibido en los pueblos contaminados toda clase de fiestas y espectáculos de carácter público en espacios mal ventilados".
Hacia el 30 de septiembre el brote surge con fuerza en la comarca más próxima a Olmedo, donde la peste hace estragos Valladolid, y en toda la ribera del Duero en general, donde a estas alturas la pandemia ha desencadenado ya miles de fallecimientos. 
El Dr. García Durán, jefe de salud de Valladolid, describió como la enfermedad apareció en la provincia tras la celebración de la festividad de San Antolín en Medina del Campo. Para empeorar las cosas, se convocaron oficios religiosos multitudinarios para rogar por el fin de la enfermedad, lo que provocó un aumento de los contagios. En algunas áreas la mortalidad fue elevadísima, así por ejemplo en la ciudad de Zamora llegó a alcanzarse una tasa de mortalidad de 10 muertes por cada 1000 habitantes. La situación fue tan grave que se utilizaron en el papel de voluntarios médicos a los estudiantes de medicina.


Además de publicarse las estadísticas de mortalidad, en la prensa se empezaron a difundir noticias sobre agravamientos o fallecimientos de personajes importantes de la época. La primera de ellas fue mostrada en el periódico ABC desde Viena el día 1 de julio de 1918 (pág. 10), mediante radiograma: “La Emperatriz de Austria se encuentra enferma a causa de una ligera gripe; pero como la enfermedad sigue su curso normal, se prescinde de dar el informe médico”. Posteriormente el 7 de octubre de ese año, en la página 16 del mismo periódico desde Valladolid se comunicaba: “Ha fallecido el médico de San Miguel del Arroyo. En este pueblo hay numerosos atacados. 
¿Cómo se intentaron evitar los contagios? En muchos países se prohibió escupir, se cerraron cines, teatros y en algunos incluso las escuelas. Pero quedaron abiertos los centros de culto religioso. 
Las restricciones contra las aglomeraciones, las mascarillas y aspirinas resultaron inútiles. Lo que acabó con la gripe fueron los efectos de la propia gripe: se llevó por delante a las personas menos sanas, fue especialmente inclemente con los que ya padecían otras enfermedades y los más débiles.
Los supervivientes quedaron inmunizados. La población mundial se redujo drásticamente. Pero se recuperó pronto: a la gripe de 1918 y al fin de la guerra les siguió una euforia reproductiva.


Fuentes: El Mundo.es - El Norte de Castilla - ABC

El incendio de la fábrica de harinas La Magdalena

$
0
0
Así era la fábrica antes del incendio
«Fue visto y no visto. Cuando advertimos el fuego ya no se podía hacer nada por sofocarlo». Eran las declaraciones al periodista de El Norte de Castilla de uno de los 15 obreros que en ese momento, 2 de mayo de 1976, integraban la plantilla de la histórica fábrica de harinas ‘La Magdalena’. El desastre fue monumental:

«En poco más de dos horas quedó destruida la fábrica de harinas», informaba el decano de la prensa; «el incendio comenzó a las nueve de la mañana. En el interior de la fábrica trabajan quince de los cuarenta obreros que integran la plantilla. La rapidez con que el fuego se propagó impidió a los quince obreros, que habían comenzado su turno a las seis de la mañana, hacer uso de las mangueras interiores».

‘La Magdalena’, ubicada en el Paseo del Arco de Ladrillo, había sido totalmente engullida por las llamas. Valladolid decía adiós a una fábrica emblemática, levantada por el conocido industrial Emeterio Guerra Matesanz en 1914 y que en ese momento, como apuntaba El Norte de Castilla, «era la de mayor capacidad de molturación de toda Castilla».



Poco pudieron hacer para salvarla los integrantes del segundo retén de guardia y de la Segunda Sección del Cuerpo Municipal de Bomberos, al mando de los cuales se encontraba el capataz, Claudio Misiego: en plena faena se quedaron sin agua, lo que obligó a que se incorporaran colegas de la Tercera Sección, al servicio de extinción de incendios de la empresa FASA-Renault y al Cuerpo de Bomberos de la Base Aérea de Villanubla.

Hasta las doce de la mañana no pudieron controlar el fuego: «Los bomberos hubieron de trabajar en medio de un calor insoportable. La harina acumulada en la factoría provocaba periódicas explosiones y las llamas llegaron a alcanzar muchos metros por encima de la cubierta del edificio, que se vino abajo estrepitosamente, cayendo sobre la maquinaria», informaba este periódico.



Nadie supo a ciencia cierta las causas del siniestro: «Pudo ser un cortocircuito, pudo ser el calor provocado por la fricción de un elevador», señalaba el director-gerente, quien rehusó aportar datos precisos sobre las pérdidas ocasionadas –se especulaba con una cantidad próxima a los doscientos millones de pesetas- y señalaba que «la fábrica estaba asegurada y que, aunque construida hace tiempo, era una factoría actualizada».

Lo cierto es que ‘La Magdalena’ era la empresa harinera más relevante de las fundadas por el industrial Emeterio Guerra en capital y provincia, el mismo que en febrero de 1930, en pleno ocaso de la Dictadura de Primo de Rivera, había sido designado para ejercer interinamente la alcaldía.



Como ha escrito Miguel Ángel Carrera, la fábrica comenzó a funcionar en 1914 en el Paseo del Arco de Ladrillo, donde el empresario era dueño de unos edificios situados en el mismo lugar donde estuvo el parador «La Alegría». El conjunto constaba de cinco edificios: cuerpo de fábrica, almacén de trigo, almacén de harina, silos y edificio cuartel. Estos últimos se construyeron posteriormente: los silos en 1959 y el edificio cuartel en 1937.

El gran edificio constaba de sótano, planta baja y dos alturas, con dos torres que sobresalían de su fachada principal, la cual constituía, junto con las laterales, lo más destacado de todo el conjunto. De hecho, fue considerada la más estética de todas las fábricas de harinas de la región.



No solo eso: ‘La Magdalena’ llegó a ser la de mayor capacidad de toda la provincia (llegó a molturar más de 80.500 kilogramos al día y a mediados de los 50 era calificada como «la más importante de Castilla la Vieja»), y, como nota curiosa, en noviembre de 1917 ya sufrió un pequeño incendio a causa de una explosión provocada, según el periódico, por la imprudencia de unos obreros que se sirvieron de una vela para colocar los tornillos de la maquinaria; además, desde 1922 contaba con cuatro bocas de riego propias para evitar otro caso similar.

Hasta el 5 de mayo de 1939, fecha en la que se constituyó la sociedad «Emeterio Guerra S.A. Industrias Electro-Harineras Castellanas», la actividad empresarial la realizaba a título personal el propio don Emeterio. Tras el incendio del 2 de mayo de 1976, del edificio vallisoletano solo quedaron las fachadas.

Horror en la vía. El accidente ferroviario de 1988

$
0
0
Foto: Juan José Romero Rioja

Por Oscar Fraile (El día de Valladolid)
Madrugada del 3 de marzo de 1988. Estación de trenes de Valladolid. A las 3.00 horas el expreso número 861 procedente de Madrid y con destino a Santander se encuentra parado en el andén 1. Por detrás, en la misma vía, se acerca otro expreso, el Costa Vasca, que también partió de la capital, pero con destino a Bilbao. Faltan apenas unos segundos para que un fallo en el sistema de frenado derive en el mayor accidente ferroviario de Valladolid de la historia moderna.

Todo sucedió muy rápido, el Costa Vasca embistió a 45 kilómetros por hora al convoy estacionado y provocó una tragedia que acabó con ocho personas muertas y 30 heridas. Y pudo ser peor, porque el vagón de cola del expreso cántabro, que estaba cargado con automóviles, amortiguó el golpe antes de que el tren llegara al siguiente vagón, un coche cama en el que viajaban diez personas. Ocho murieron, otra resultó ilesa y a otra hubo que rescatarla después de que se quedara atrapada por el brazo.
Entre los fallecidos se encontraba el consejero de Obras Públicas del Gobierno Cántabro, Félix Ducasse. Además, la persona que quedó atrapada era Juan Tarín, director general de Agricultura del mismo ejecutivo.


Foto:Cacho (El diario Montañés)


El motivo principal del accidente fue un fallo en los frenos. Según cuentan las crónicas, el maquinista se dio cuenta de que algo no iba bien cuando circulaba a 75 kilómetros por hora e intentó reducir, sin éxito, la velocidad. A poco más de un kilómetro para entrar en la estación tomó la drástica decisión de desconectar el fluido eléctrico y dejar sin potencia la locomotora. Pero no fue suficiente. El maquinista tuvo que saltar literalmente del tren y el impacto arrugó como un acordeón el vagón cargado de coches y llegó a incrustarse en el que viajaban pasajeros.

Las tareas de rescate fueron muy complicadas. Al no poder utilizarse sistemas eléctricos, por el peligro que entrañaban para los posibles supervivientes, los Bomberos tuvieron que valerse de una grúa y desguazar poco a poco el tren. Así, hasta pasadas cuatro horas no pudieron sacar el primer cuerpo sin vida. Una chica de 19 años.

Entretanto, un equipo de psicólogos hablaba con algunas de las personas que estaban conscientes en el interior, entre ellos Juan Tarín, que estuvo atrapado por el brazo desde las 3.00 hasta que lograron sacarle a las 8.15 horas. A las 9.30 los servicios de emergencia lograron sacar por el techo a otro fallecido y en las tres horas siguientes se rescató a todos los demás.

El accidente provocó un gran impacto en la sociedad vallisoletana. A primera hora de la mañana estaban allí casi todas las autoridades. El por entonces alcalde de la ciudad, Tomás Rodríguez Bolaños, se encontraba en Madrid, pero no faltaron el presidente de la Junta de Castilla yLeón, José María Aznar;  el portavoz del Gobierno, el vallisoletano Miguel Ángel Rodríguez; y el presidente de Renfe, Julián García Valverde.

Hasta tal punto tuvo impacto esta tragedia en Valladolid que al funeral de las ocho víctimas, que se celebró al día siguiente, acudieron unas dos mil personas. El acto funerario tuvo lugar en la Catedral de Valladolid, aunque todos los fallecidos fueron trasladados a su lugar de origen, Cantabria, donde se les enterró.



El maquinista no activó los frenos de emergencia
Aunque la causa principal del accidente fue un fallo en los frenos, el maquinista del tren que se dirigía a Bilbao no activó el sistema de emergencia. El Boletín Oficial del Senado del 24 de mayo de 1988 recoge varias preguntas del senador almeriense Manuel Arqueros Orozco sobre las causas de este siniestro que van dirigidas al ministro de Fomento, que por entonces era Abel Caballero.

En una de las respuestas recogidas en este documento se asegura que una de las causas del accidente fue «el no accionamiento de las válvulas de urgencia (maquinista) ni de socorro (ayudante) en ninguna de las dos locomotoras». Desde el Gobierno explican que es una conclusión que se deduce de las pruebas y «tras una profunda y exhaustiva investigación». Cabe recordar que este trabajador de Renfe fue sometido a la prueba de alcoholemia tras el accidente y el resultado fue negativo.

Algunos meses después el Juzgado de lo Penal número dos de Valladolid condenó al maquinista y a su ayudante a diez días de arresto menor y al pago de una multa de 75.000 pesetas por una falta de imprudencia.

Además, el juez dictaminó que deberían indemnizar con casi dos millones de pesetas a a Concepción Acedo y con 300.000 a Antuisa Rodríguez, las dos únicas lesionadas que llevaron el caso a los tribunales, según cuenta el diario El País en su edición del 28 de julio de 1990.
Desde el Gobiero se dieron algunas explicaciones más sobre las causas del accidente. Eso sí, de carácter muy técnico. Por ejemplo, «tener la locomotora 269-032 en su relé principal el cuerpo móvil de la válvula de corte agarrotado».

Fuente: http://www.eldiadevalladolid.com/noticia/ZEC5B7FF5-DEB9-9EB0-AAB2786011372ABC/20130304/25/a%C3%B1os/horror/via

El Cid en Torrelobatón

$
0
0


Torrelobatón amaneció en el siglo XI y las luces y cámaras delataban un momento histórico, la magia del cine se apoderó de este pacífico lugar para el rodaje de El Cid. La superproducción de Hollywood eligió el municipio por su emblemático castillo para recrear la burgalesa villa de Vivar y Rodrigo Díaz en la piel de Charlton Heston dejó para siempre su huella en este rincón vallisoletano.
El pueblo apenas aparece siete minutos en la cinta, pero para aquellas escenas se necesitaron tres días de rodaje y más de 400 extras de la zona. Corría el año 1961, mes de marzo. Los días 22, 23 y 24, miércoles, jueves y viernes previos a la Semana Santa, se desarrolló la acción.



El Cid Campeador resucitó de la literatura épica y eligió Torrelobatón convertido en Vivar para el regreso de la Taifa de Zaragoza junto con su mesnada. La escena se extendió desde la falda de la colina donde se asienta el castillo hasta la arboleda que existe junto al río Hornija.
Según explica Lourdes Ortega, responsable de la oficina de turismo del municipio, además de los actores llegados de Hollywood, formaron parte de esta recreación más de 400 extras, entre ellos cerca de cien universitarios de Valladolid, sobre todo de las Facultades de Derecho y Medicina. 



El resto fueron vecinos de Torrelobatón que además aportaron aperos agrícolas, carros, bueyes y burros. También jugó un papel destacado la caballería procedente del Regimiento de Farnesio de la capital.

Esteban Lorenzo y Martín San Miguel, dos extras de 'El Cid'

Los universitarios cobraron 350 pesetas. Organizaron grupos de 50 extras con un jefe por cada uno de ellos que se ocupó de recoger el vestuario y pagar 100 pesetas a cada uno por día trabajado, un sueldo que ascendió a 350 pesetas en el caso de los universitarios que se desplazaban desde Valladolid.
Han pasado casi 60 años desde aquel gran acontecimiento que revolucionó la vida de este tranquilo municipio. Los lugareños, lejos de olvidar aquellos momentos, siguen recordándolos con todo lujo de detalles y explican orgullosos su participación en la película.
 Uno de ellos, Martín, con una cámara comprada en Francia bajo las vestiduras, intentó retratar el rodaje y recordar el momento histórico que estaba viviendo. Hoy, su foto de Charlton Heston en los campos castellanos, una imagen única ?estaba prohibido que los extras tomaran imágenes? ilustra este reportaje.



Fue cerca de la ermita, junto al puente sobre el río Hornija y con el imponente telón de fondo del castillo (siglos XIII-XV), donde Rodrigo Díaz de Vivar (Charlton Heston) intercede ante su padre para que exima de la pena de muerte a varios emires prisioneros que, como agradecimiento, le nombran por primera vez como Cid o caudillo generoso.

Heston echándose una siesta en un descanso del rodaje

La megaestrella de Hollywood que interpretaba a Rodrigo Díaz de Vivar era, por supuesto, el objetivo de todas las miradas, especialmente de las femeninas: «Heston era muy alto y muy apuesto. Aunque era más guapo el Raf Vallone», dicen socarronas algunas en las grabaciones para el documental, en las que lamentan que la estrella de Hollywood «no se fijara en ellas». Ellos no les andaban a la zaga: hay quien recuerda que alguno de los hombres del pueblo estaba ansioso porque apareciera Sophia Loren (Doña Jimena), pero para su desgracia el mito erótico de la época se quedó lejos de Torrelobatón, donde no rodaba ninguna escena.



El documental ‘Bienvenido Mr. Heston’, primer largometraje de los directores Pedro Estepa y Elena Ferrándiz, y que se centra en el rodaje de la película El Cid en Torrelobatón (Valladolid), se estrenó en la 60 edición de la Semana Internacional de Cine (Seminci). 
La película se centra en el gran acontecimiento que vivió Torrelobatón, tras la llegada de una superproducción de Hollywood. En 1961, sus habitantes se convirtieron en figurantes y testigos del rodaje de El Cid, filme dirigido por Anthony Mann y protagonizado por Charlton Heston y Sophia Loren.



La historia, narrada por el actor Emilio Gutiérrez Caba, tiene como hilo conductor una crónica de El Norte de Castilla que detalla las anécdotas vividas por los torreños durante aquellos días. El documental cuenta con la participación de profesionales que trabajaron en dicha producción. La elección de Torrelobatón, así como de Ampudia (Palencia), Madrid o Peñíscola para el rodaje de este clásico se debió principalmente al productor Samuel Bronston.

Curiel de Duero, donde tuvo lugar el cautiverio más largo de la historia de España

$
0
0
La localidad en 1867
Apenas sobrepasa el centenar de habitantes y es tan pequeño que solo alcanza los 19 kilómetros cuadrados. Tan reducida fisonomía no le ha impedido labrarse una historia que para sí quisieran muchos municipios y ciudades de la península ibérica. Curiel de Duero presume de contar con dos castillos imponentes (uno de ellos, reconvertido en hotel) y dos iglesias igual de majestuosas (la de Santa María además con un soberbio artesonado mudéjar recientemente restaurado).

Foto: www.weekendesk.es
Curiel tuvo un pasado romano, como así lo atestigua la moneda de cobre del emperador Arcadio encontrada entre los restos arqueológicos del castillo de arriba, conocido como el de Doña Berenguela. También su topónimo. Según una tradición, sobre la puerta de la fortaleza había una inscripción que decía Hic Curules me fecere, (aquí me construyeron los Curules). No obstante, las primeras referencias documentales de Curiel datan de los años 1045 y 1065.
Leonor de Plantagent, hermana de uno de los más destacados cruzados en Tierra Santa y rey de Inglaterra, Ricardo Corazón de León, entregó el castillo de Curiel como dote cuando contrajo matrimonio con el monarca Alfonso VII, en el año 1170. Por su parte, la artífice de la unión de Castilla y León e hija de Leonor, Berenguela la Grande, fue la señora de Curiel. Durante el reinado de Fernando IV de Castilla (finales del siglo XIII y principios del XIV) se dotó a Curiel del mismo fuero real que a Peñafiel.

Foto: Juan Pablo Zumel Arranz
En la Edad Media Curiel de Duero tuvo dos castillos. Uno de ellos perdura. De planta cuadrada, consta de cuatro torres, almenas y aspilleras. La fortaleza de Doña Berenguela se sitúa en lo alto de un promontorio o cerro. Conserva parte de la torre del homenaje, así como las paredes que rodean el recinto, pero quizás, una de las mejores huellas que deja en el viajero son las vistas que desde allí se obtienen.
 El castillo de arriba es la fortaleza más antigua de la provincia de Valladolid, pues su construcción data del siglo X. Existe un dicho popular que dice ‘Buen castillo tendría Peñafiel, si no tuviera a la vista el de Curiel’.

Pedro I el cruel
En las entrañas de la fortaleza estuvo preso Diego de Castilla y Sandoval, hijo de Pedro I el Cruel.
Enrique II, acabó con la vida de Pedro I y mandó encarcelar a los hijos varones del difunto rey: Sancho, en el Castillo de Toro, que falleció a los siete años de edad y Diego en el Castillo de Curiel. Diego murió en el castillo de Coca a los 64 años tras haber sido liberado en 1434 por la insistencia del condestable Álvaro de Luna, que estaba casado con una hija del prisionero. Permaneció entre rejas nada menos que 54 años. Uno de los cautiverios más largos de la historia de España.
Durante su largo confinamiento llegó a contraer matrimonio con la hija del alcalde del castillo, en los alrededores practicaba la caza, pero sin poder abandonar jamás su cautiverio. Quizás sea una de las mas extensas y desconocidas “prisiones políticas”, por el único ‘delito’ de ser hijo de rey muerto y vencido.

Viewing all 121 articles
Browse latest View live